Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
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PERSECUCIÓN Y FELICIDAD
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos”
(Mateo 5:10)
¿Quién es aquel que estaría feliz en medio de la persecución? ¿Quién podría decir que la persecución sufrida en su vida es elemento de felicidad y bendición? Con toda probabilidad alguien que dijese esto en el mundo de hoy en día sería tomado por un necio o cínico. La persecución y la felicidad son dos aspectos aparentemente contradictorios el uno con el otro. En la persecución parece ser que no sitio para que la felicidad habite, más bien, la paz debería ser el lugar en el que uno se encontrase verdaderamente feliz y bendecido. Es por ello que, las palabras de Jesús dichas en el sermón del monte son chocantes al tiempo que desafiante. La última bienaventuranza de todas trata con la realidad de la persecución en la vida de aquellos que son hijos de Dios; “bienaventurados los que padecen persecución”. Las bienaventuranzas expuestas por Jesús en el sermón del monte no definen actitudes ni acciones, no definen lo externo sino lo interno. Las bienaventuranzas son la descripción de la identidad de todo cristiano, son la prueba de ADN que muestra la esencia misma del ser de todo discípulo del reino de los cielos. En otras palabras, las bienaventuranzas son la definición de la esencia de todo hijo de Dios que pertenece al reino de los cielos por la gracia de Dios. Cuando esto se entiende, resulta chocante el escuchar que algo que forma parte de la identidad de todo cristiano y que está implícito en lo que significa ser ciudadano del reino de los cielos, es la persecución. Las enseñanzas del Nuevo Testamento destacan en más de una ocasión que la persecución es una realidad en la vida del cristiano y en la vida de la iglesia de Cristo. No resulta extraño ya que fue una de las realidades implícitas en la persona de nuestro Señor Jesucristo. El mundo que le aborrecía y no le amaba será el mismo mundo que aborrecerá, no amará y perseguirá a todos aquellos sellados por la realidad de la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Por ello, debemos entender que la persecución forma parte de nuestra esencia como cristianos y como iglesia de Cristo. En algún momento u otro asaltará nuestras vidas y parte de la razón reside en aquello que causa la persecución. Son bienaventurados aquellos que padecen persecución “por causa de la justicia”. ¿Qué justicia causa la persecución de todo cristiano? Sin lugar a duda no es la justicia de este mundo sino la justicia del reino de los cielos. La realidad y valores del reino de los cielos son opuestos a los valores del mundo haciendo que, la persecución sea lo que muchas veces aflora hacia aquellos que forman parte del reino. La justicia del reino de los cielos es contracultura, es cristo-céntrica, está dominada por los valores de la cruz y la tumba vacía y los valores que fluyen del evangelio de gracia. La persecución puede tomar varias forma, manifestaciones e índoles en la vida del cristiano. Posiblemente aquello que más viene a la mente es la persecución física. Cristianos que son perseguidos, marginados, anulados sus derechos e incluso que sufren el martirio por su fe, pero, puede darse también en el ámbito de las ideas, valores e ideologías. ¿Es la justicia del reino de los cielos nuestra justicia? Entonces la persecución será nuestra compañera de viaje hasta que entremos en el reino de nuestro Señor. El cristiano no es masoquista, no sufre por sufrir ni tampoco lo busca, pero es bienaventurado porque la persecución a causa de la justicia del reino conlleva que de ellos “es el reino de los cielos”. No nos ganamos el reino por ser perseguidos sino más bien, el perseverar en medio de la persecución por nuestra fe es muestra que somos habitantes del reino glorioso de Cristo. La persecución en las manos del mundo será el decirnos lo poco amados que somos, pero, en las manos de Dios es una gran bienaventuranza.
INICIO DE SEMANA
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Martes |
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TEXTOS DE MEDITACIÓN PARA LA SEMANA
Mateo 5:10-16
1ª Pedro 1:3-9
Hechos 12:1-25
FINAL DE SEMANA
ORACIÓN
FRENTE A LA PERSECUCIÓN
“Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel;
pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él”
(Hechos 12:5)

La carta del Apocalipsis muestra la imagen de todas las almas de aquellos santos muertos a causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían del evangelio de Jesucristo. Las almas de los mártires claman a gran voz por la vindicación de su martirio a causa de la fe en Cristo (Apocalipsis 6:9-10). La carta escrita por el apóstolo Juan describe una realidad que es inherente a la vida de la iglesia de Cristo. El evangelio de Cristo conlleva persecución por la razón de que un mundo rebelde y que aborrece a Dios, aborrece a todos aquellos que su testimonio es el de Cristo Jesús. La gran voz de los mártires escuchada bajo el altar, es la misma voz de los mártires que por la fe del evangelio del reino de los cielos sigue clamando en el presente a lo largo y ancho de todo este mundo. La persecución de los cristianos y de la iglesia de Cristo es una realidad actual en pleno siglo XXI, solamente es necesario entrar en el sitio web de “La voz de los mártires” y ver los países en los que la persecución es una realidad para la familia de Cristo. En el sitio web pueden verse todos los países en los que la fe cristiana está restringida, la iglesia de Cristo es perseguida y los cristianos muchos de ellos pagan el alto precio de su vida. Aquellos países que son hostiles a la fe cristiana y aquellos que están bajo observación. ¿Cómo enfrentarse a la realidad de la persecución? ¿Cómo combatir algo que las Escrituras mismas anuncian como una realidad de la vida de la iglesia? Hechos 12:5 responde a dichas preguntas. La persecución será el intento humano para frenar el avance del evangelio de Cristo, la propagación de la fe cristiana y el crecimiento de la iglesia. Hechos 12:5 menciona que el apóstol Pedro estaba encarcelado; “así que Pedro estaba encarcelado”. Herodes echó mano de algunos de las iglesias para matarles (v.1) consiguió matar a Jacobo (v.2) y viendo que eso agradó a los judíos, prendió y encarceló al apóstol Pedro (v.3). Esto podría parecer simplemente un evento ocurrido en el primer siglo sin más trascendencia, pero, lo cierto es que el significado va más allá que el simple encarcelamiento de Pedro. Hasta Hechos 15 Pedro es el apóstol protagonista del libro. La predicación del evangelio de gracia y fe empezó en Jerusalén con Pedro (Hechos 2) y se abrió a los gentiles por medio de la predicación de Pedro al centurión llamado Cornelio y a toda su familia (Hechos 10). En esos primeros pasos de la extensión del evangelio, el apóstol Pedro era el heraldo por excelencia del reino de los cielos, el vocero que proclamaba a Jesucristo crucificado y resucitado. Por medio de su predicación el Espíritu Santo añadía a la iglesia aquellos que habían de ser salvos. La palabra se multiplicaba y la iglesia crecía. Por tanto, persiguiendo a Pedro y encarcelándolo, la mano humana de Herodes estaba intentando encarcelar mucho más. Se estaba intentando encarcelar la proclamación del evangelio, encadenar la predicación de la palabra, evitar el crecimiento de la iglesia. Sin lugar a duda la persecución de la iglesia de Cristo, el encarcelamiento de aquellos que proclaman el evangelio de Jesucristo y la prohibición del anuncio del evangelio será el medio que el mundo intentará usar para frenar la proclamación y exaltación de Cristo, será el palo puesto a las ruedas de la iglesia para que esta proclame a Cristo y la iglesia siga creciendo. Ahora bien, irónicamente durante los tiempos de persecución es cuando hay más crecimiento para la iglesia de Cristo ¿por qué es así? Difícil es responder a esta pregunta, pero, quizás Dios demuestra que ni la persecución más feroz pensada por el ser humano poder frustrar y frenar el consejo de su voluntad, la proclamación de sus Hijo, la salvación de sus escogidos y el crecimiento de su pueblo amado. Sabiendo esto, mientras la persecución es una realidad también lo debe ser la constante oración en la iglesia de Cristo. Pedro estaba encarcelado “pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él”. La oración es el medio de gracia por el cual Dios obró su voluntad de liberar a Pedro por medio de uno de sus ángeles (vv.6-19) y, por tanto, liberar así la predicación del evangelio y el crecimiento de su iglesia. La oración es el arma que tenemos como iglesia frente a la persecución del pueblo de Dios. Es la verdad bíblica de que somos un solo cuerpo lo que hace que estemos en unidad y solidaridad con aquellos hermanos perseguidos por su fe alrededor del mundo. ¿Qué hacer? Oremos, ora por la iglesia alrededor del mundo y ora que su fe sea más preciosa que el oro afinado.
2ª Corintios 1:3-11